Convertir un paisaje que oscila entre praderas y acantilados y sin perder la alegría de los bosquejos y los pinceles, los artistas de Bloomsbury trazaban caminos y extendían sueños más allá de la inspiración citadina. Volar en partes y cercanos a la geometría de su existencia lograba componer nuevos recintos disueltos en memorias presentes.

Ham Spray House, rodeada de campo y ubicada a casi setenta y dos millas de Londres en el condado de Wiltshire ¹ albergaba vidas apasionantes, apasionadas y trágicas. El amor sin ataduras y en triángulos se fincó en un lugar que carecía de electricidad. La pintora, paisajista y retratista Dora Carrington amaba a Lytton Strachey, escritor británico que reinventó el género de la biografía y que a su vez amaba a Ralph Partridge, un exoficial del ejército que trabajó con Leonard Woolf en la editorial Hogarth Press. Para dar estabilidad a esta relación triangular, Ralph se casó con Carrington sellando la continuidad de su existencia.

Carrington, durante una visita a Wiltshire, descubrió la casa de campo inglesa, misma que necesitaba una restauración considerable. En 1924 Lytton compró la propiedad la cual escrituró a nombre de Ralph por ser el más joven. Dora, y de vez en vez, Vanessa Bell y Duncan Grant, fueron transformándola en un rincón con el sentido único de Bloomsbury. La casa se convertía en un espacio artístico donde el principal propósito de Dora era la tranquilidad de Lytton. Tras su aversión al frío, se instaló calefacción central y una chimenea en la sala principal.

Había un ático que se transformó en el estudio de Carrington. En la parte de arriba, Lytton tenía el suyo donde pasaba largas horas leyendo y escribiendo. En este estudio completó “Elizabeth and Essex”, la biografía de Isabel I, reina de Inglaterra y publicada en 1928. El estilo literario de Lytton se distinguió por adoptar una actitud irreverente al pasado y en tono sarcástico hacia la época victoriana: lo convencional vs. el pensamiento crítico y abierto, distintivo del grupo de Bloomsbury.

Carrington sabía perderse en la pintura, aunque dividía su tiempo entre las labores domésticas, el cuidado de Lytton cuya salud era débil, y su trabajo artístico. Pintaba copas de vidrio, azulejos, paredes blancas convertidas en destellos. También matizaba grabados para la editorial Hogarth Press. Era una artista prolífica y talentosa. Ham Spray House y su transformación física y estructural apuntaban a conservar la estabilidad emocional y artística de sus residentes.

Fungían también como anfitriones de veladas y tertulias. Debajo de una veranda se departía a la hora del té. El espíritu de la convivencia, el debate y la conversación durante este espacio marcaba el delirio y el entusiasmo de poder construir un mundo lejos de lo convencional.

Entre ciclones y vientos la vida en Ham Spray House se vio conmocionada. Lytton muere de un cáncer de estómago. Dora sufre la ausencia de su amor y se suicida de un balazo el 11 de marzo de 1932. Virginia, aunque en el pasado consideraba a Dora a veces una mala y otras una buena influencia para Lytton, la visitó en Ham Spray House el día anterior a su suicidio. Dora le regaló una pequeña caja que había pertenecido a Lytton.

Entre pasos y recuerdos sin sentido, Virginia descubría en sus diarios la complicidad con un amigo que se iba. Conversar tras la tinta de un trazo perdía el sentido de una pequeña caja que resonaba detrás de la nostalgia.

Carrington profesó a Lytton una lealtad infinita aunada al compañerismo y la complicidad que los unió hasta el final de sus días. La restauración de una casa significó la construcción de una relación que fue más allá de un pincel y una pluma.

Ham Spray House albergó la pasión y la tragedia. El amor incondicional y la exaltación de la belleza a partir del arte despejaron sombras posibles. La imposibilidad sólo quedó en el vacío de la vida avasallada por la ausencia.